Una vez trabajé en una empresa donde el CEO era excelente vocero, pero de comunicación estratégica sabía poquito.
Ante las cámaras era una estrella, y para dar mensajes motivacionales parecía de los mejores políticos, sin embargo a la hora de comunicar a los colaboradores muchas veces se adentró en un bosque.
No me malinterpreten, el sujeto en cuestión como CEO era espectacular, los números se los sabía de memoria y la estrategia de negocios estaban más que claras. Solo que a veces (más que algunas veces), sus decisiones sobre qué comunicar, cuándo y cómo no fueron lo más estratégicos posibles.
Te pongo un poquito en contexto…
Cierra los ojos, respira profundo, imagina un lugar tranquilo y feliz (chiste).
Pero hablando en serio, vamos a viajar atrás en el tiempo, ¿recuerdas la pandemia? Estamos en el año 2020 y no han pasado ni 6 meses desde que el Covid nos tiene a todos encerrados.
En este escenario, muchos nos encontrábamos trabajando desde casa, por lo que las posibilidades de conexión con el equipo son limitadas. En una de estas reuniones, donde estaban todos los trabajadores del corporativo presentes, el CEO empezó con agradecer y mantener el buen ánimo de la compañía.
Todo bien hasta ahì y podría haber terminado con la excelente presentación de la estrategia que se nos bajó, pero no fue sino cuando comenzó a explicar temas un poco “más blandos” que se fue enredando y enredando el discurso.
Para resumir, al final de su mensaje yo sentí que podía vivir en cualquier parte del mundo y seguir trabajando en la empresa. Que los horarios no importaban y lo único válido era cumplir con los objetivos. El que no fuera capaz de cumplir con eso simplemente no era el perfil de colaborador que buscaban tener.
Como yo me sentía identificado con todas las expectativas que tenían, imaginense mi sorpresa cuando desde RR.HH se comenzó a reforzar el cumplimiento del horario y la importancia de vivir en Santiago a pesar de no contar con una oficina en ese momento.
¿Qué aprendí de todo esto?
- La coherencia entre lo que uno dice y lo que uno hace es muy importante. No importa si hablas por ti o por una empresa, la comunicación estratégica debe asegurar que los mensajes eviten confusión y malentendidos.
- Valida los mensajes con los líderes correspondientes. Aunque seas el CEO y todos reportan a ti, tus líderes son expertos en sus temas y también pueden asesorarte. Además, ellos cuentan con proyectos propios, por lo que sus mensajes deben estar alineados siempre.
- Es necesaria una comunicación entre las distintas áreas de la compañía. O lo que conocemos también como Comunicación Interna, de esa forma garantizamos que todos los mensajes sean consistentes y no se contradigan entre si.
- El entusiasmo y “buenas noticias” pueden percibirse como superficiales si no hay acciones que las respalden. Puedes tener los mejores líderes y gerentes a la hora de hacer videos o redactar comunicados, pero la comunicación estratégica nos invita a cuidar cada detalle, verbal o no.
- En fin, esta pequeña historia es un ejemplo simple de como la comunicación, abordada de forma estratégica (o no en este caso), puede tener un gran impacto en los colaboradores.